Actores vocacionales
Festival de teatro: pasiones que inspiran
En la onceava edición del festival de Teatro Invierno Roberto Lizárraga, el grupo Teatral Moralejas presenta la obra "Y… hasta en las mejores familias”, escrita por el mismo director.
Es sábado por la noche y Exaltación de la Cruz está muy tranquilo. Las calles angostas parecen desérticas. Hace frío y la gente está refugiada en el calor del hogar. A mitad de cuadra se encuentra un edificio viejo de ladrillo. En su exterior hay carteleras con las obras que se presentarán durante el fin de semana y, faltando media hora para el comienzo de "Y… hasta en las mejores familias”, no se ve mucha gente en el exterior como es habitual en las obras de teatro.
Al ingresar en el edificio se siente un fuerte contraste con el exterior. Toda la calma y el silencio de las calles se ven opacados por la vida y la música del interior del Centro Cultural Cosmopolita. Hay alrededor de 40 personas que conversan, ríen y esperan que se habilite el ingreso a los asientos. "Es uno de nuestros programas favoritos venir a este tipo de eventos. Siempre lo hacemos en familia y disfrutamos mucho” asegura Federico, un hombre alto y canoso que lleva a su hijo, de 12 años, agarrado de la mano. Hay gente de todas las edades, desde niños pequeños hasta parejas de ancianos, reina un ambiente relajado y familiar. Del otro lado de la pared se puede oír al elenco yendo y viniendo de un lado para el otro, probando los sonidos, y más de una carcajada. Se puede palpar en el ambiente la emoción y la intriga del público.
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Una vez que desde el lado de adentro está todo organizado, se abren las puertas y se permite el ingreso de los espectadores. El salón es un espacio sobrio, sencillo y sin mucha decoración. Tiene varias hileras de sillas puestas prolijamente una al lado de la otra. Las paredes son blancas con algún que otro cuadro pequeño colgado de ellas, y hay un escenario en el fondo que tiene el telón abierto y hay, a la vista de todos, un sillón al medio, una pequeña mesa ratona y un sillón individual.
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El elenco posa con el público de Exaltación de la Cruz. (Crédito: GrupoTeatralMoralejas)
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Jorge, actual dueño del lugar y organizador, se acerca al escenario y, mientras el público comienza a notar su presencia, poco a poco se empieza a escuchar silencio en la sala. El hombre cuenta acerca de Roberto Lizárraga, el mayor promotor del teatro de Exaltación de la Cruz y de su triste fallecimiento este año; y presenta al grupo encargado de llevar a cabo la obra: Grupo Teatral Moralejas, un grupo proveniente de Pilar que se presentó en este lugar para festejar el onceavo aniversario del Festival de Teatro Invierno Roberto Lizárraga.
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Se apagan las luces, se escucha un silencio profundo seguido de una música que comienza bajito y, lentamente, comienza a aumentar su volúmen, y de pronto se encienden las luces del escenario y se ve a una mujer de mediana edad aparecer dándole comienzo a la obra.
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Esta transcurre de manera fluida a pesar de las constantes interrupciones del público con sus carcajadas. Los actores se encuentran sumidos en sus personajes y se manejan con soltura y comodidad sobre el escenario. Son 6, dos mujeres y cuatro hombres, uno de ellos, Juanchy, también es el escritor y director de la obra. Trata sobre una madre y una hija que se van a presentar mutuamente a sus novios, y ninguno de los dos resulta ser lo que la otra esperaba. Ocurre más de una sorpresa, y todo es relatado y actuado con muchísimo humor.
Al terminar, el público, fascinado, hace una ovación de pie como muestra de demostrar cuánto habían disfrutado. Todos tienen grandes sonrisas en los rostros, y más de uno sigue riéndose por alguna de las escenas. Los actores saludan y vuelven a recibir más aplausos, y Juanchy toma el micrófono para decir unas palabras. Primero, agradece a los espectadores por tan cálido recibimiento, cuenta un poco acerca del grupo, los integrantes y su trayectoria, y por último, invitó a que colaboren con contribuciones a la salida para seguir pudiendo hacer teatro y mantener el grupo.
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Los actores reciben un cálido aplauso al finalizar la obra. (Crédito: Belén Iraola)
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Los actores bajan del escenario y se ponen a conversar con las personas del público que ya se encuentran de pie y recogiendo sus pertenencias para irse. "La verdad, fascinante, no paré de reírme en toda la obra” se escucha a uno de los espectadores comentarle entusiasmado a Alexis, el actor que representaba a uno de los novios. Una de las actrices, la más joven, se dirige a la salida con un sombrero de Mariachi para recoger los aportes. Se los nota entusiasmados y orgullosos de su trabajo. Poco a poco se empieza a vaciar el lugar hasta que solamente quedan los actores y organizadores del evento conversando distendidamente sentados sobre el escenario. Están cansados pero felices, y entre todos hablan con ilusión del próximo proyecto que vienen preparando.
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Por: Martina Bosch